martes, 8 de diciembre de 2009

Documentos: Delcaración Grupo Documento

Declaración del grupo Documento


Somos psicoanalistas que hemos renunciado a nuestra condición de miembros de la Asociación Psicoanalítica Argentina y de la Asociación Psicoanalítica Internacional. La presente declaración tiene por objeto fundamentar las razones que nos condujeron a tal toma de posición que, si bien se concreta en este momento, debe ser entendida como parte de un proceso signado por la crisis en que se halla el Psicoanálisis y la institución que hasta hoy aparecía representándolo. Esta crisis es cualitativamente diferente de otras previas. Para poder entenderla debe ser referida al contexto socio-económico en que se da. Por ello consideramos inseparable nuestro cuestionamiento a la APA de un proyecto político mínimo en el que se exprese la reinscripción del Psicoanálisis en condiciones diferentes. Nuestra disidencia con la APA es de base y nos compromete en un examen que nos abarca también a nosotros, y que nos obliga a replantear cuál es nuestro papel como profesionales de un campo específico —el Psicoanálisis— en el proceso de transformación de nuestra sociedad. Nuestra renuncia forma parte de un proyecto global que intentamos otorgue coherencia a cada una de nuestras acciones.

La crítica a la APA que desarrolla el GRUPO DOCUMENTO no está dirigida a personas en particular sino a la institución como tal, y sería parcial y superficial si se la entendiera como destinada simplemente a una asociación profesional que simplemente "funciona mal". La APA en realidad es coherente con un sistema social del que reproduce, dentro de las características que le son propias, sus relaciones de explotación, sus privilegios y los métodos de deformación y represión de cualquier pensamiento cuestionador.

La APA ha llegado a constituir una empresa que lucha por la posesión monopolista del Psicoanálisis. Asegura a sus miembros, a través de la pertenencia y el status que alcancen dentro de ella, la participación en el sistema de privilegio que implica el monopolio. Esta intención monopolista de la APA con respecto al resto de los profesionales de la salud mental y a la que contribuyen todos los miembros de la entidad, se refleja en su estructura interna, en que un reducido número de personas detenta, formalmente y de hecho, la totalidad del poder político. Este poder se ejerce no sólo en la restricción del voto a una minoría, sino de manera aún más sutil y efectiva, a través del sistema didáctico. Así se constituye una pirámide institucional en la que se encuentran regladas las jerarquías de forma tal que no pueda modificarse un hecho básico: la instrumentación ideológica del Psicoanálisis al servicio de las clases dominantes de nuestra sociedad. Pero que los miembros de la APA compartan como conjunto los beneficios que la institución otorga, no elimina el hecho de que la minoría que ejerce el poder dentro de la misma deba apelar, para seguir manteniendo su hegemonía, a la censura de cualquier expresión que tienda a un cambio real. Desde el momento mismo en que alguien se presenta a las entrevistas para ser admitido en la APA hasta aquél en que logra la condición de miembro didacta, máxima posición política dentro de la entidad, cada participación en las actividades institucionales es utilizada como indicio del grado de acatamiento a las normas e ideas que son impuestas por el grupo dominante. Esto determinó una organización que sin mayor exigencia intelectual permite el progreso de todo aquel que acepte las reglas del juego. Se crearon así las condiciones que han dificultado un auténtico cuestionamiento de los supuestos básicos de la teoría y de la práctica psicoanalítica, enfatizándose en cambio desarrollos secundarios y detalles formales de la técnica. Resultó menos riesgoso hacer aportes parciales sobre líneas ya aceptadas que exponerse a las consecuencias de la disidencia. La auto-censura constituyó así el complemento de la coerción abierta, coadyuvando al mantenimiento de la represión. Los que debieron ser trabajos científicos se convirtieron en meros medios de ascenso en la pirámide burocrática. He aquí uno de los factores que incidieron para el estancamiento científico del Psicoanálisis.

Por otra parte, la orientación dominante de la APA consiste en desarticular al Psicoanálisis del resto de las disciplinas científicas. Lo convierte así en una especie de superciencia que se basta a sí misma y que pretende explicar a las demás, cayendo de esta manera en una verdadera deformación epistemológica, bajo el pretexto de preservar una supuesta pureza del Psicoanálisis. A esta concepción estrecha en el plano teórico, corresponde una práctica igualmente limitada: no se han profundizado las múltiples aplicaciones de la teoría psicoanalítica en otros campos de actividades distintas del Psicoanálisis individual, lo que en el interjuego entre praxis y teoría hubiera permitido abrir nuevas perspectivas de desarrollo para esta última.

El valor social del Psicoanálisis no está dado por los pocos individuos a los que se pueda asistir, sino por ofrecer un cuerpo teórico cuya elaboración permitiría crear instrumentos terapéuticos para grupos cada vez más amplios de la población. Además desde el punto de vista de la salud mental los psicoanalistas deben asumir su limitación actual para dar solución al problema de grandes masas de población.

Por todo lo dicho creemos que el problema no reside en proponer modificaciones formales a una institución, cuyas posibilidades de cambio en el plano científico e ideológico están limitadas por su forma de inserción social.

Nuestra renuncia debe ser contextualizada en relación al momento actual del movimiento psicoanalítico íntimamente ligado a las condiciones existentes en nuestro país. La separación del GRUPO PLATAFORMA, que también actuaba dentro de la APA, constituyó un hecho político que contribuyó a acentuar una polarización ya existente en el movimiento psicoanalítico, polarización de la que fueron ejemplificaciones nuestras sucesivas acciones dentro de la institución. Ante la nueva configuración abierta, nuestra ruptura con la APA apunta al fortalecimiento del amplio movimiento integrado por individuos y grupos que, más allá de las diferencias tácticas circunstanciales, tiendan al rescate del Psicoanálisis poniéndolo al servicio de una meta compartida: el advenimiento de una Sociedad Socialista.

En el orden nacional nuestra decisión se ubica en el proceso de agudización de las contradicciones existentes entre los sectores que detentan el poder económico-político y masas de la población cada vez más amplias. A la crisis estructural en el plano económico-político, determinada por los problemas no resueltos de un país dependiente de los grandes monopolios, se le suma una coyuntura que deja un margen estrecho de juego para los esquemas tradicionales de las clases opresoras. Esto ha determinado que las formas de represión adquieran inusitada violencia. Las clases dominantes presionan ideológicamente en forma creciente en todos los niveles del trabajo científico: sólo se acepta una ciencia que al negar las determinaciones socio-económicas se pone, consciente o inconscientemente, al servicio del mantenimiento del sistema. La tendencia es a cristalizar estructuras académicas que cumplan ese fin. A pesar de ciertos valores humanos y científicos reconocibles, la APA es un ejemplo de las consecuencias a las que conduce la captación de una teoría científica, revolucionaria en su comienzo, por parte de un sistema que coarta todo pensamiento desmistificador. Nuestra inserción como profesionales en una estructura socio-política, así caracterizada, hace utópica cualquier pretensión de autonomía en nuestra práctica. Rechazamos la falacia de la neutralidad postulada como desiderátum para el científico, ya que consideramos que el apoliticismo no es nada más que un aval al sistema, pleno de significado político.

Nos es claro que al alejarnos de APA sólo estamos en el punto de partida de un trabajo y una acción que serán en definitiva los que darán un real sentido a este pronunciamiento.

DOCUMENTOS. DECLARACION GRUPO PLATAFORMA

DOCUMENTOS (1971-1974)


Declaración del grupo Plataforma


A LOS TRABAJADORES DE LA SALUD MENTAL



Los que suscriben, psicoanalistas que constituyen el grupo Plataforma Argentino, integrante del Movimiento Plataforma Internacional, deciden hacer pública su separación de la Asociación Psicoanalítica Internacional y de su filial argentina.

Es ésta la culminación de una línea de trabajo previa y opción crucial para quienes la asumimos, dado que cancelamos así nuestra pertenencia a una institución que algunos de nosotros contribuimos a crear y en la cual invertimos muchos años de nuestras vidas, aprendiendo, enseñando, investigando y ejerciendo el Psicoanálisis.

Sabemos que este alejamiento nos trasciende como psicoanalistas y aun como personas, cobrando un significado que se proyecta en un contexto mucho más amplio que el de la vida científico-institucional. Para explicitar los motivos y los propósitos que nos animan, nos dirigimos a los trabajadores de la salud mental, incluyendo entre ellos a nuestros colegas. Con esta comunicación, con trabajos científicos y a través de tareas de docencia, investigación y asistencia, aspiramos a dar una clara imagen de nuestra identidad, a todos los sectores. En este sentido publicaremos un anteproyecto de actividades y estructura organizativa que definirá la forma de incorporación a nuestro movimiento.

Consideramos que la Obra de Freud, el psicoanálisis, produjo una revolución en las Ciencias Sociales con su aporte específico de conocimiento científico y que ese surgimiento estuvo y está determinado, pese a su autonomía relativa, por el contexto socio-económico-político en el que se practica. Entendemos que, como más abajo detallamos, el psicoanálisis ha sido distorsionado y detenido necesitando para retomar su línea de innovación y desarrollo, de la imprescindible contribución de otras ciencias así como de una distinta y explícita inscripción social, ineludible en este momento histórico.

Nuestra disciplina provee el conocimiento de las determinaciones inconscientes que regulan la vida de los hombres, pero la misma, como conjunto de prácticas sociales articuladas, está regida también por otros órdenes determinantes: fundamentalmente el sistema de producción económica y la estructura política. Tales relaciones generan en los individuos sistemas de creencias acerca del lugar que ocupan en la Sociedad, configurando las Ideologías de clase. Estas son entonces registros parcializados de la realidad de las prácticas sociales destinados a orientar y justificar toda práctica. Ser coherentes con estos conceptos nos obliga a entender que el ejercicio científico, indisolublemente ligado a nuestro estilo de vida y a la organización institucional a la que pertenecemos, está igualmente condicionado e ideologizado en todos los aspectos por su inserción en el sistema, siendo tan sólo una particularidad de las instituciones que lo integran y sostienen.

La razón de nuestro alejamiento pasa por disidencias con la organización societaria psicoanalítica a todos los niveles: teórico, técnico, didáctico, investigativo, económico, pero aquí queremos enfatizar uno decisivo, el ideológico. En este plano el enfrentamiento y las exigencias de acción concreta que comporta es insuperable e impugna a la ideología global de la Institución, por lo cual queremos que quede claro que no nos impulsa grupal o individualmente ninguna intención más o menos reformista ni reivindicatoria intrainstitucional y que las críticas que siguen no aluden a personas, muchas de las cuales apreciamos, por las que fuimos formados psicoanalíticamente y a las que formamos. Por nuestra parte hemos sido criticados repetidamente tanto por quienes sostienen que somos negativos o superfluos como por los que nos reprochan de no haber asumido antes lo necesarios que éramos alcanzando desde el comienzo una línea madura. No volveremos, por ahora, a ocuparnos de las críticas que desde el quietismo o los pactos con el sistema intenten entorpecernos.

Sostenemos que esta separación, producto de un largo y difícil proceso, es indispensable, y que no puede ser callada y resignada Puesto que nos declaramos abiertamente partidarios de una inscripción cualitativa y cuantitativamente distinta dentro del proceso Social, económico y político nacional y latinoamericano. Como científicos y profesionales tenemos el propósito de poner nuestros conocimientos al servicio de las ideologías que cuestionan sin pactos al sistema que en nuestro país se caracteriza por favorecer la explotación de las clases oprimidas, por entregar las riquezas nacionales a los grandes monopolios y por reprimir toda manifestación política que tienda a rebelarse contra él. Nos pronunciamos, por el contrario, comprometiéndonos con todos los sectores combativos de la población que, en el proceso de liberación nacional, luchan por el advenimiento de una patria socialista.

En el marco institucional, siendo como es partícipe sumiso de ese orden, el pensamiento psicoanalítico ha sido distorsionado y detenido, paradojalmente, porque la organización fue creada con la misión de defenderlo y cultivarlo. Esta paralización está esencialmente dada por la política ejercida desde los cargos directivos, cuyo efecto, más allá de las buenas intenciones de quienes también son esterilizados científica y afectivamente por su papel, es consolidar cada vez más la estratificación jerárquica destinada al sostenimiento del privilegio económico de quienes están en el vértice de la pirámide. Esto se vuelve a su vez indoctrinante para quienes están en la base aspirando a llegar a la cúspide del poder. Mencionaremos algunos hechos que resten a este enunciado el valor de una mera afirmación y que permitan justipreciar los pactos ideológicos que se establecen entre Ciencia y Sistema, articulaciones entre estructura institucional e ideología de clase dominante, que se expresan en esta modalidad de la práctica científica: la Asociación Psicoanalítica Argentina está compuesta actualmente por 367 personas de las cuales 194 pertenecen como miembros a la Institución y el resto al Instituto del Psicoanálisis en calidad de egresados y candidatos. Este sector de la población no tiene ningún acceso legal a la política institucional, ni puede recibir información exhaustiva acerca de la misma so pretexto del cuidado del encuadre analítico. Por otra parte, del total de miembros aceptados en la Institución sólo los 79 Miembros Titulares tienen voz y voto en las decisiones importantes. De los restantes, sólo los 116 Miembros adherentes tienen voz pero no poder para tomar parte en las decisiones. Aun dentro de la minoría dirigente los subgrupos más encumbrados excluyen con maniobras más o menos legales a los demás.

En el Instituto de Psicoanálisis existe una situación semejante.

Hay una Comisión de Enseñanza que es el máximo nivel de la organización pedagógica, compuesta por miembros titulares que pertenecen a su vez a la misma minoría que rige los destinos de la Institución. Existe también un Claustro de Profesores, donde votan sólo los profesores titulares y adjuntos, pertenecientes en su mayoría al grupo antes mencionado. Frente a esa concentración de poder, para resaltar el contraste, consignamos que un cuerpo de delegados representa a los estudiantes que se hacen escuchar por su intermedio en la Comisión de Enseñanza en cuanto a algún tipo de reestructuración pedagógica circunstancial sin contenido demasiado innovador ni científico, ni objeciones a las relaciones de poder.

Por otra parte, cabe recalcar que un candidato a psicoanalista se ve forzado a destinar a su formación entre 40 y 50 horas semanales de trabajo-estudio-dinero, lo cual significa, o bien una renuncia a toda otra actividad esencial por un período de cuatro años, o bien su realización en tiempo de descanso a costa de la salud física y mental. Con todo son, en última instancia, los pacientes, quienes pagan ese artificial sobrecargo, y sorprende ver cómo los candidatos, pese a ese régimen de exacción, encuentran la forma de usar el lapso casi inexistente que les resta para elevar su estándar de vida mimetizando las pautas de consumo de les estratos superiores de la Institución.

Este ordenamiento vertical en que la autoridad jerárquica no necesariamente coincide con el mayor nivel científico sino con la antigüedad y la experiencia burocrática, tiene un resultado claramente visible. No solamente desnaturaliza la función específica de la Institución de promover la evolución teórico-técnica del Psicoanálisis: profundizando en los conceptos, intercambiando conocimientos con otras ciencias, inaugurando procedimientos y campos de aplicación originales, ensayando formas novedosas en la docencia, etc., sino que la sustituye por la búsqueda de prestigio, status y logros económicos.

Ya otras voces se han levantado en protesta contra la así llamada "falta de democracia" en la Institución y reclamado una supuestamente posible reestructuración.

Pero no es esa falta de liberalidad el punto clave de fractura que nos desliga de la Institución. Sabemos que la verticalidad administrativa y el paternalismo es justamente típico de las organizaciones liberales cuya máxima capacidad de permanecer está dada por una cierta posibilidad que exhiben de hacer concesiones. No ignoramos que esas características de modelo institucional son efectos indicado- A. res de la necesidad del sistema socio-político-económico de sostenerse también sobre los pilares que le representa un poder científico prestigiado y monopolista del conocimiento que se maneja para su producción específica con las pautas y la ideología que el mismo sistema suministra en otros ámbitos para su perpetuación.

Lo que nos separa esencialmente es que esas modalidades de funcionamiento societario, a más de los efectos citados, al aislar entre sí a los distintos cuadros en cuanto a la política interna y a la Institución con la realidad en cuanto a la externa, van paulatinamente encastillando a los psicoanalistas, con la aquiescencia de los mismos en su larga espera por el ascenso, en el reducto de un estricto quehacer profesional apolítico y asocial. Esa penosa condición es racionalizada con el criterio de la "neutralidad valorativa" del científico, supuestamente posible y necesaria, integrante de toda una concepción utópica que incluye ilusas esperanzas de cambio social al que como hombres no podemos aportar porque el profesionalismo nos absorbe y como psicoanalistas tampoco porque todo intento en ese sentido es acusado de "violación ética" y "mezcla entre Ciencia y Política".

Así nos formamos y así hemos formado a otros. Estamos en camino de ser y hacer otros psicoanalistas, uniéndonos a todos aquellos que deseen colaborar en una línea afín a la nuestra. Queremos practicar el verdadero psicoanálisis. Esta es una decisión que nos compromete en el trabajo y la denuncia enrolándonos junto a otros científicos y profesionales que entienden que su ciencia no puede ni debe utilizarse para construir un muro aislante que la enajene de la realidad social ni enajene a la misma de su instrumento teórico convirtiéndolo de esta manera en herramienta mistificante y mistificada al servicio del no-cambio. Para nosotros, desde aquí en más, el Psicoanálisis no es la Institución Psicoanalítica oficial. El Psicoanálisis es donde los psicoanalistas sean, entendiendo el ser como una definición clara que no pasa por el campo de una Ciencia aislada y aislante, sino por el de una Ciencia comprometida con las múltiples realidades que pretende estudiar y transformar.