domingo, 22 de abril de 2012

ANTISEMITISMO, PARANOIA Y EL TESTAMENTO DEL DOCTOR LEY




Mientras esperaba su sentencia en Nuremberg, Robert Ley escribió su testamento denunciando el antisemitismo: Se Ahorcó en su celda el 25 de octubre de 1945
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Apartado de la REVISTA DE PSICOANALISIS, año V, núm. 1, Buenos Aires, 1947.

ANTISEMITISMO, PARANOIA Y EL TESTAMENTO DEL DOCTOR LEY
Por  Marie Langer (Buenos Aires)

Han pasado casi dos años desde la desaparición de Hitler y un poco menos desde el suicidio de su secuaz, el doctor Ley, líder del Frente de Trabajo alemán. Este, antes de su muerte, redacto un documento referido al antisemitismo y muy interesante desde el punto de vista psicoanalítico. Dado el tiempo transcurrido podría parecer de poca actualidad ocuparse ahora de este testamento; pero el problema social y psicológico del antisemitismo u odio racial en general, persiste y no desaparecerá tan fácilmente. Al contrario, siempre que el mundo se encuentre en una grave crisis, el antisemitismo surge como síntoma de los conflictos sociales y de la angustia colectiva que sufren los pueblos. Además, como problema psicológico y social siempre fue objeto de investigaciones científicas ([1]*). El mismo Freud dedicó mucho interés a este tema (1).

Nosotros no pensamos ocuparnos de problema tan complejo sino únicamente de un aspecto determinado. La lectura del testamento del doctor Ley nos hizo acordar por ciertas analogías que expondremos más adelante, el famoso historial clínico del doctor Schreber. Este historial sirvió de base a Freud (2) para desarrollar su teoría de la paranoia y descubrir que el yo del enfermo utiliza en su lucha contra el conflicto básico de esta enfermedad principalmente el mecanismo de la proyección.

Si comparamos al antisemita doctor Ley con el paranoico doctor Schreber, tendremos que ocuparnos de la proyección como mecanismo psicológico vigente en el antisemitismo en general, tema que ya ha sido abordado por Fenichel (3) y Mollenhoff (4) en sus trabajos. Ambos autores demuestran como los nacionalsocialistas proyectan sobre los judíos sus propias tendencias reprochables para poder acusarlos, librándose así de sentimientos de culpa y permitiéndose la satisfacción de estas mismas tendencias reprimidas. Mencionan entre sus ejemplos la revista “Der Stürmer", editada por Streicher, donde los judíos son acusados de crímenes sexuales. Por medio de esta revista, Streicher, así como otros líderes nazis y los lectores en general, podían satisfacer sus tendencias perversas, frecuentando la pornografía en una forma plenamente admitida por su superyó. 


La propaganda antisemita y anticomunista preparaba las condiciones de odio y sometimiento por terror desde 1918, la revista ultraderechista "Der Stümer" se convirtió en el órgano oficial de la ideología nazi. (nota jlgf)

Del artículo de Mollenhoff tomamos otro ejemplo más: los alemanes que querían llegar a la dominación mundial, proyectaban su deseo sobre los judíos, argumentando con los falsos protocolos de Sion[2]. Así, luego de haber acusado a los judíos de querer dominar al mundo, y en recompensa de su vigilancia por el bienestar humano, podían permitirse llevar ellos a cabo los supuestos fines del adversario, es decir, conquistar el mundo para sí mismos.

En una película de dibujos animados, Walt Disney puso en ridículo a este mecanismo presentando a un maestro nazi, que dibuja en el pizarrón, como símbolo de Alemania a una fiera y de Checoslovaquia a un conejo, y que enseña como el conejo acomete a la fiera que, por supuesto, tiene que aceptar la lucha para defenderse al ser atacada.

La proyección es uno de los mecanismos más frecuentes que pueden observarse en la psicología individual y colectiva. Además, si ocurre bajo circunstancias psicológicas especiales, es el mecanismo típico y fundamental de la paranoia. Tal como lo señalo Freud ([3]*), el conflicto básico en la paranoia surge del amor hacia un objeto homosexual y de la defensa contra el hacerse consciente este amor, defensa que utiliza la proyección. Así, la persona transforma primeramente el amor hacia el objeto en odio, y después proyecta este sentimiento sobre el objeto, sintiéndose odiado y perseguido por él. De esta manera el propio odio recibe secundariamente una aparente justificación.  Efectivamente, esta última etapa del proceso, la de sentirse los antisemitas perseguidos y con derecho al odio, puede observarse en los ejemplos citados. Los judíos representados en la revista "Der Stürmer", violan cristianas o cometen perversiones para perjudicar a la raza aria. Los judíos de los protocolos de Sion persiguen a los arios. Walt Disney nos muestra el resultado absurdo de tal situación que, sin embargo, representa la realidad psíquica del antisemita o nazista fanático, cuando el conejo feroz (Checoeslovaquia)[4] ataca a la pobre fiera indefensa (Alemania). Se trata pues de ideas de persecución, carentes de realidad. Sin embargo, no nos atrevemos a calificarlas de paranoicas, porque no podemos descubrir detrás del odio el amor reprimido, ni afirmar que esté siempre escondido en el fondo del antisemitismo. Cualquier nazi protestaría con indignación contra esta hipótesis, igual que el paranoico reacciona a la imputación de estar enamorado de su perseguidor.



Existe una etapa posterior en la paranoia y esquizofrenia paranoica en la cual los sentimientos amorosos rechazados vencen parcialmente las defensas, lo reprimido irrumpe y vuelve a la consciencia, y el perseguidor se transforma otra vez en persona protectora o amada. Esta evolución seguía la enfermedad del doctor Schreber, en cuya autobiografía Freud pudo estudiar por primera vez con toda claridad los mecanismos paranoicos. Schreber enferma y es presa de gran angustia sintiéndose perseguido por su médico. Más tarde Dios toma la persecución a su cargo, y finalmente Schreber recupera su serenidad, cuando se siente transformado en mujer, solicitado y amado por Dios y él mismo se permite quererlo. Una evolución similar podemos encontrar en la actitud del antisemita doctor Ley frente a sus perseguidores, los judíos. Sabemos muy poco de su vida, únicamente que era un ferviente líder nazi y antisemita, que en el transcurso de su vida se hizo ateo y que desempeño cargos de suma importancia en la Alemania nazi, siendo una persona de gran confianza para Hitler[5]. Apresado por los aliados después del derrumbe de Alemania, se suicidó el 25 de octubre de 1945, dejando como testamento político un documento que reproduciremos en parte resumido, y en parte textualmente.

        El documento está dirigido a “Mi pueblo Alemán". Expone su fe en el "Destino" y en Dios. Dice su autor que después de haberse atormentado mucho últimamente, para comprender el por qué Dios le había llevado al abismo, ha encontrado la causa: “Hemos abandonado a Dios y por eso él nos ha abandonado ahora. Hemos puesto nuestra voluntad humana en el lugar de la gracia divina. Por medio del antisemitismo hemos violado uno de los mandamientos  fundamentales de su creación (*[6])." Explica como el antisemitismo entorpecía su juicio y le llevaba a cometer graves errores. Confiesa que será difícil liberarse del antisemitismo, pero que es menester convencer a la juventud para que se reconcilie con los judíos. Agrega que “Dios nos ha abandonado. Que si los judíos volvieran antes de que los mismos nazis hayan convertido a los alemanes en sus amigos, el antisemitismo, y así la raíz de una nueva guerra, resurgirá." "Nosotros, los antisemitas, hemos dado el primer paso. Debemos dar también el segundo. Es menester que el judaísmo se reconcilie con Alemania y viceversa, para hacer posible la paz y felicidad del mundo. No nos hace falta un armisticio, sino una verdadera paz, basada en lógica, conocimiento y derechos y deberes claros. El judío debe <tan familiar. Deben encontrar el valor de superarse a sí mismos para guiar al pueblo. Eso es lo que Dios me ha enseñado en mi celda de la cárcel de Nuremberg. Y más adelante; “Mi pueblo alemán: muchos de ustedes me van a considerar como un loco o un traidor. No comprenderán que no estoy confesando un error sino llegando a una conclusión lógica. Ustedes se darán cuenta que únicamente un antisemita pueda dar este último paso de comprensión profunda. Por eso, únicamente tú, mi pueblo alemán, puedes permitirte el ofrecer un hogar a los judíos. ¿No es significativo que casi todos los judíos del mundo comprendan alemán? Odio y amor están muy cercanos el uno del otro." Más adelante: "¿El judío colaborara con nosotros? Si es inteligente lo hará. Si no, no puedo obligarlo. Pero por lo menos he cumplido con mi deber y he enseñado a la humanidad el buen camino. Dios me lo ha revelado. Si los judíos rechazan mi plan, ya nada podrá impedir el desarrollo de la catástrofe venidera. Si Alemania soluciona el problema judío, curándose así, será una ventaja para todo el mundo... Únicamente Alemania está madura para solucionar el problema judío... Lo único que me queda por decir es: he tenido el valor de exponeros mi plan, ahora confió en la sabiduría de Dios que me lo ha inspirado y revelado. Hace pocas semanas no me hubiera animado a tocar el tema del antisemitismo. Hoy todo eso es sumamente claro para mí. Ahora que Dios me ha ayudado. a comprenderlo, estoy obsesionado por mi idea. Tengo confianza en Dios. El encontrara el buen camino. Doctor Ley."

Según Freud los perseguidores de Schreber, su médico y Dios, representan a su hermano y a su padre. El antisemita Ley se sentía perseguido por los judíos y Dios "que le había llevado al abismo". Dios significa siempre una representación del padre. Pero falta averiguar qué simbolizaron los judíos para el inconsciente de Ley. En los trabajos aparecidos sobre el tema, de la representación inconsciente del judío para el  antisemita, el judío ha sido generalmente interpretado como padre prohibitivo o castrado (5). Pero Freud da en su Moisés también una interpretación distinta. Ve una raíz importante del antisemitisn1o en los celos que sienten los demás pueblos contra el hijo preferido y primogénito de Dios: el judío. Konrad Heiden, biógrafo de Hitler, sostiene que la causa más afectiva del odio de éste contra los judíos era su enojo de que los judíos, en lugar de los alemanes, sean considerados “el pueblo predilecto de Dios". Este enojo corresponde a una reedición de la situación infantil de celos y envidia entre los hermanos para el logro del amor de los padres. Suponemos que también para Ley los judíos representaron un hermano preferido por los padres y basamos esta interpretación en algunas citas del testamento. De su manifestación de que la mayoría de los judíos hable el mismo idioma que él, deducimos que representan a alguien de su familia. Su ofrecimiento de aceptarlos nuevamente en Alemania, su país, interpretamos, como que Ley aceptaría otra vez en su hogar a alguien a quien en su infancia hubiera querido desalojar de su familia. Y en su autorreproche, de haber sido abandonado por Dios por haber violado los mandamientos fundamentales de su creación, vemos el sentimiento de culpa y la aceptación del castigo por parte del padre por haber agredido y destruido los hermanos, creados y queridos por éste. Suponemos pues que, al igual que el conflicto de Schreber, el de Ley proviene de una relación ambivalente y no solucionada frente al padre y hermano.
  
Schreber padecía de una paranoia y estuvo internado durante mucho tiempo. Ley ha sido una de las figuras más destacadas de la Alemania nazi. Pero en los dos obraron los mismos mecanismos psicológicos. Schreber no era un hombre religioso. No necesitaba de su padre. En su autobiografía menciona una desilusión repetida, sufrida antes de enfermarse. Era la convicción, de que su mujer no podría darle hijos. Su mujer había, pues, fracasado en su papel de madre. Esta desilusión, vivida probablemente como una pérdida de la madre, le lleva a la identificación con ella y a la búsqueda primero del hermano y después del padre. Se enferma, sintiéndose amenazado en su virilidad. Lucha contra la obligación de entregarse pasivamente a su médico, y más tarde a Dios. Estos dos lo persiguen. Como ya mencionamos, el médico representa al hermano y Dios al padre de Schreber y la paranoia surge como defensa contra una intensificación de sus deseos homosexuales hacia ellos causado por su identificación femenina. Poco a poco llega a aceptar la idea de su castración y transformación en mujer y logra, así, reconciliarse con Dios. Fantasea entregarse a El pasivamente y darle hijos, para salvar a la humanidad. Suponemos que lo que obligo a Schreber a aceptar finalmente su transformación en mujer y reconciliación con Dios, era su dependencia de los padres queridos ambivalentemente y su necesidad de recuperarlos, a la madre por medio de la identificación y al padre a través de la entrega sexual.

Cuando Ley se pliega al nacionalsocialismo, ya está alejado de Dios y odia a los judíos. Identificado con su Führer, se siente amenazado por los judíos con su deseo de dominar al mundo, deseo que simboliza la afirmación de su virilidad. Lucha por la "Gran Alemania", su patria idealizada, representante de la madre. Persigue implacablemente a los judios y les expulsa de Alemania. Perdida la guerra, sufre el grave trauma del derrumbe de su patria y la muerte de Hitler. Ha perdido la protección de su Führer en la lucha y ha perdido a Alemania, símbolo materno. El mismo está preso y en peligro de ser condenado a la pena capital. Frente a esta amenaza real, que para el inconsciente equivale a una amenaza de castración y en su situación de desamparo extremo, entra en un periodo de meditación, tratando de buscar las causas de la catástrofe y necesitando un objeto que le apoye en su desgracia. Llega a calmar su angustia, cuando se somete al padre, a Dios, abandonando por amor a El su odio contra los judíos. Es la misma causa, por la cual el niño reprime su hostilidad hacia los hermanos y la sobrecompensa con amor. El mismo describe su acercamiento a los judíos como una “idea nueva pero simultáneamente tan familiar", lo que significa en términos analíticos una idea antigua, que surge de la represión. Ley afirma que su odio antisemita escondía sentimientos positivos, diciendo: "Odio y amor están muy cercanos el uno del otro." Insiste en la necesidad de una reconciliación con los judíos, para que se cure su pueblo, es decir, él mismo, y para salvar y recuperar a la madre patria perdida. Schreber recién puede aceptar su propia actitud de entrega pasiva a Dios, cuando cree así salvar al mundo. Ley puede confesar su amor a los judíos y abandonar pasivamente su destino a “la sabiduría de Dios", cuando cree asegurar así la paz y felicidad venidera de la humanidad. Y además, cuando ya está decidido al suicidio, es decir a la castración.

No pretendemos con las precedentes consideraciones, haber demostrado una identidad psicológica entre antisemitismo y paranoia, pero si sustentar la hipótesis de que factores paranoicos juegan con mucha frecuencia un papel importante en el odio racial.

Cuando este articulo ya estaba en prensa, leímos 22 Cells in Nuremberg, Story of the Nazi criminals, escrito por el doctor Douglas M. Kelley, el psiquiatra oficial estadounidense. Entre otros criminales de guerra había examinado también al doctor Roberto Ley. Tomamos de su interesante libro algunos datos que parecen afirmar la interpretación del antisemitismo de Ley como provocado por su envidia y ambivalencia frente a sus hermanos. Segon M. Kelley, Ley fue el séptimo de 11 hermanos y se educó en un ambiente de suma pobreza. En la primera guerra mundial sufrió una caída en avión, que le provoco lesiones del lóbulo frontal. Poco después comenzó a tartamudear. Su tartamudeo empeoraba cuando estaba angustiado. Ley era un gran alcoholista. Dado que la gran pobreza de su hogar debe haber facilitado la envidia entre los numerosos hermanos, su tartamudeo puede ser interpretado como indicio de agresividad oral y su alcoholismo como  consecuencia de frustraciones orales sufridas. Ambas situaciones suelen encontrarse en la base de la envidia. Su lesión del lóbulo frontal no le impidió obtener su titulo en la facultad, ni desempeñar su puesto en el frente de trabajo. El doctor Kelley ve en esta lesión la causa de los extraños conceptos políticos de Ley que se caracterizan por una gran falta de sentido de realidad. Nosotros creemos que esta lesión, a lo sumo, pudo facilitar la expresión de conflictos y mecanismos de defensa, que sin eso no se hubieran puesto de manifiesto tan libremente.

BIBLIOGRAFIA

1. Freud, Sigmund Moisés y la religión monoteísta. Ed. Losada, Bs. As., 1939.
2. Freud, Sigmund. Observaciones Psicoanalíticas sobre un caso de Paranoia autobiográficamente descrito. Obras completas. Editorial Americana, Buenos Aires, tomo XVI.
3. FENICHEL, Otto: Psychoanalysis of Antisemitism, "The American Imago", tomo I, NQ 2, 1940.
4. Möllenhoff, F. A Projection returns and materializes, "The American Imago", t 3, NQ 3, 1942.
5. Freud: loc. cit.; KURTH, GERTRUD: The ]ew and Adolf Hitler, “The Psychoanalytic Quarterly", Vol. XVI, NQ 1, 1947; Loeblowutz_Lennard:  The jew as Symbol, “The Psychoanalytic Quarterly", Vol. XVI, NQ 1, 1947.
6. Kelley M. Douglas; 22 Cells in Nuremberg. Greenberg; Pub. N. Y., 1947.


[1] (*) Acabamos de enterarnos por el trabajo de Gertrud Kurth, citado más adelante, de que se proyecto recientemente una labor de investigación amplia dedicada a este problema por parte de miembros de la universidad de California y el Institute for Social Research.
[2] Los Protocolos es una obra de ficción, escrita intencionalmente para culpar a los judíos de una variedad de males. Los que la distribuyen afirman que documenta una conspiración judía para dominar el mundo. Pero la conspiración y sus presuntos líderes, referidos como "los sabios de Sion", nunca existieron. (N.Jlgf)
[3]  (*) Fawn (loc. cit.),
[4] En realidad el conejo aparece como indefenso y la zorra (Alemania) se muestra como la fuerte y con derecho sobre los más débiles por la supervivencia. (N.Jlgf)
[5]  Nota de jlgf: En Alemania existían tres grupos de sindicatos: la Confederación General Alemana de Sindicatos (A.D.G.B.), con veintiocho sindicatos afiliados,  la Confederación General Independiente de Empleados (A.F.A.), con treinta sindicatos federados que totalizaban más de 4,500.000 miembros  y el Sindicato Cristiano, que  tenía 1,250.000 miembros.
El programa Nazi requería que los trabajadores  fueran  sometidos para lograr los nuevos y desconocidos sacrificios a venir como parte de la preparación Nazi para la guerra.
El primer ataque nazi fue contra los dos sindicatos mayores. El 21 de abril de 1933, el Robert Ley emitió una orden, ni siquiera en nombre del gobierno, sino en el del Partido Nazi, como "Jefe del Mando de la Organización política del  Partido", aplicable a la Confederación de Sindicatos y la Confederación Independiente de Empleados. Ordenaba la confiscación de sus posesiones y el arresto de sus principales líderes. La orden del Partido indicaba que "se emplearan para la ocupación de las propiedades de los sindicatos, y para la custodia de personalidades que fueran cuestionadas" Y ordenaba el paso a "custodia protectora" de todos los presidentes y secretarios de distritos y directores de sindicatos y ramas del banco de los trabajadores. [5]a
Estas órdenes se ejecutaron el 2 de mayo de 1933. Todos los fondos de los sindicatos, incluidas pensiones y ayudas, fueron confiscados. Los líderes sindicales fueron enviados a campos de concentración. Unos pocos días después, el 10 de mayo de 1933, Hitler nombró a  Robert Ley líder del Frente Alemán del Trabajo (Deutsche Arbeitsfront), que se hizo con los fondos confiscados a los sindicatos. Se organizaron "Tropas de Fábrica" y "escuadrones de choque ideológicos dentro de la fábrica"[5]b La orden del Partido indicaba "aparte del Frente Alemán del Trabajo, no ha de existir ninguna otra Organización (de trabajadores o empleados. El 19 de mayo de 1933, esta vez a través de un decreto del Gobierno, se ordenó que "administradores" de trabajo, nombrados por Hitler, regularan las condiciones de todos los contratos laborales, sustituyendo el proceso anterior del convenio colectivo [5]c.". El 24 de junio de 1933 se eliminaron los Sindicatos Cristianos, siguiendo una orden del Partido Nazi firmada por Ley.       
 El 30 de noviembre de 1934, un decreto que "regulaba el trabajo nacional" introdujo el principio de liderazgo en las relaciones industriales. Ordenaba que los propietarios de las empresas serían los "Führers" y los trabajadores, sus seguidores. Los führers empresariales deberían "tomar decisiones sobre los empleados y trabajadores en todas las cuestiones relacionadas con la empresa"[5]d. En palabras de Ley, el logro consistía "en eliminar el carácter asociativo de los sindicatos y asociaciones de empleados, y en su lugar hemos introducido el concepto de 'soldados del trabajo'". La mano de obra productiva de la nación alemana estaba bajo control nazi.
Robert Ley, jefe del Frente de Trabajo  durante el Reich, en los juicios e Nuremberg  propuso que Alemania fuera un satélite de Estados Unidos, los cuales debían adoptar un régimen al estilo nazi pero ya  sin el antisemitismo; incluso llegó a ofrecerse para dirigir ese plan. Luego de su “defensa” Robert Ley termino suicidándose en sucelda el 25 de octubre ed 1945.
[5]a Los Juicios de Nuremberg (392-PS)
[5]b Ibid  (1817-PS).
[5]c Ibid (405-PS)
[5]d Ibid (1861-PS)
 [6] (*) Todos los Subrayados por la autora del artículo.

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