José Luis González Fernández[1]
Conferencia leída en la
Facultad de Psicología de la Universidad de la Republica. Montevideo, Uruguay.
Diciembre de 2009.
Marie Langer nació en la
Viena imperial de Francisco José en 1910.
De origen judío, estudió Medicina y se especializó en psicoanálisis en
el Instituto de Formación Psicoanalítica de Viena. Al tomar Hitler el poder, se
afilió al Partido Comunista. Unos meses después de que en España se levantara
Franco contra la Republica, los laboristas ingleses organizaron un equipo
médico para ir a España, Max Langer, el compañero de su vida, decidió
integrarse y le propuso ir con él.
Mimi le decían desde la infancia, y decidió adoptar el
sobrenombre también para su trabajo clandestino. Contaba de manera muy
divertida que primero tuvo que ir al partido para que la autorizaran en su
viaje a España, ahí, con solemnidad le dijeron: “al fascismo hay que combatirlo
en España” . Luego fue a su casa para avisar a sus padres quienes todavía la consideraban
una niñita caprichosa, entonces su madre
le dijo: “Muy bien, pero no te vamos a mandar mensualmente tu dinero como hasta
ahora”.
Llegaron a Barcelona y luego al frente de Aragón, a trabajar en un
tren hospital que los laboristas habían preparado. Max como cirujano y Mimi
como anestesista, pero ellos querían ir al frente, y fue así que se integraron
a las Brigadas Internacionales: “Terminó el turismo revolucionario” –decía Mimi- “Empezó la guerra en serio”. Llegaron a Colmenar donde trabajaban día y
noche, hasta que la ciudad y la escuela hospital improvisada voló en pedazos
por los bombardeos constantes, y partieron al frente del Jarama, pero la guerra
estaba perdida.
La guerra la templó, y a la derrota y el exilio desde España,
se le sumó la pérdida de su primer hija, quien falleció a los tres días al no
lograr sobrepasar su nacimiento prematuro; Mimi decía “debe haber sido esta
experiencia tan dolorosa la que me llevó mucho más tarde a intentar
dilucidarla, y dedicarme a la investigación de los mecanismos psicosomáticos
del embarazo, aborto espontáneo y parto prematuro”.
La relación de Marie Langer con el Uruguay es muy interesante
y poco estudiada como veremos más adelante: Su primer exilio fue en el Uruguay,
o en La Argentina, en el Uruguay dio sus primeras consultas como
psicoanalistas, se integró al Comité uruguayo de Solidaridad con los Republicanos
Españoles, desde aquí,
podemos decir que fundó la Asociación Psicoanalítica Argentina, Uruguayos
nacieron sus dos siguientes hijos, Tomás y Nicolás (quien falleciera alrededor
de los 20 años de edad), también incidió en el ingreso de la Asociación de
Psicoanálisis del Uruguay a la Internacional de Psicoanálisis, etc.
Como ya dijimos, se
exiliaron en la hermosa tierra del Uruguay,
donde para mantenerse, ya que no pudieron revalidad su título de médicos, Max
tuvo que trabajar en la industria Textil, en Puerto Sauce, para mantenerse en
aquellos tres años y medio.
Desde el Uruguay, Mimi, hizo viajes a Buenos Aires donde
animada por Max, retomó seminarios y contactos que en un futuro le facilitarían
realizar una práctica analítica. Comenzó a trabajar como psicoterapeuta en Uruguay,
a ella no le gustaba decirlo, porque creía que todavía no tenía la formación
institucional apropiada. Gracias a la recomendación de su exanalista Richard
Sterba, entró en contacto profesional con el grupo originario de la Asociación Psicoanalítica
Argentina, y junto con Garma, Cárcamo, y
Pichón Riviere fundan la Asociación Psicoanalítica Argentina en diciembre de 1942,
aunque todavía como grupo analítico reconocido provisionalmente por Ernest
Jones en tanto se realizara el Congreso internacional al terminar la guerra. En
1945 ingresan como fundadores también Luis Rascovsky y Enrique Ferrari.
Hace poco leí en una entrevista que le hicieron a una
reconocida ex paciente de Mimi durante su etapa de analista en Montevideo, en
la que decía que “era demasiado comunista” y que ella “hubiera necesitado
alguien más fuerte porque veía a Langer tímida, claro -afirmaba- luego de lo
que había vivido en la guerra era natural…decía…” Ni modo, como decimos en
México, todos tenemos en nuestra bitácora un “caso Dora” y Mimi tuvo alguno que
otro caso así. En contraste, la propia Marie
Langer decía que nunca perdió la fuerza en la guerra y que le había dado mucha experiencia,
pero que cuando comenzó su etapa profesional, se unió a lo más ortodoxo del
trabajo analítico como una especie de reposo personal, y que lo único que tenía
que callar era su marxismo…pero con ciertos límites –decía-.
Max quiso seguir su carrera profesional como médico y partió
a Buenos Aires, aunque mientras conseguía la reválida, volvió a trabajar en la
industria textil. Su trabajo era bueno, y como Mimi había retomado su vocación
de liderazgo con la APA (que la llevaría al poco tiempo a convertirse en
presidenta de la propia Asociación), Max “le escribe” pidiéndole que se muden
con él, entonces se trasladan definitivamente a Buenos Aires en 1944, donde
nacerían sus otros tres hijos: Martin, Ana y la Verónica.
Pese a la autocrítica que se hacía, el periodo de la APA (1942-1971)
fue muy productivo; escribió sus libros ya clásicos “Maternidad y Sexo” (1951
con cuatro ediciones y varias reimpresiones y traducciones), “Fantasías Eternas
a la Luz del Psicoanálisis” (1957 con dos ediciones), varios libros en
coautoría como “Psicoterapia de grupo. Su enfoque psicoanalítico” (1959), participaciones en libros colectivos, ensayos, artículos, etc. (para
referencias más precisas puede recurrirse a www.marielanger.com
donde presentamos una publicación referida a su completa bibliografía). Además, durante este periodo, y relacionado
con el Uruguay, contaba la anécdota de que en 1961, durante el Congreso en
Edimburgo, se sometió a discusión la aceptación del grupo de estudio psicoanalítico
uruguayo como condición previa para formar la Asociación de psicoanálisis del
Uruguay. Ya en el congreso anterior, la moción había sido rechazada, y todo
indicaba que ocurriría lo mismo. Algo tenía que hacerse –decía-, pero a ella
todavía poco la conocían, especialmente por venir de Latinoamérica, la tierra de
las plumas y el penacho.
Se presentó entonces con los monstros sagrados, entre quienes
estaban dos de las “cuatro grandes damas freudianas”[i] y les
dijo en alemán: “Miss Anna Freud, claro, usted no se acordará de mí, pero
muchos años atrás usted me entrevistó antes de mi entrada en el instituto.
Usted, doctora Lampl de Groot,
lógicamente también me habrá olvidado, pero usted me enseñó los primeros pasos
clínicos; con usted supervisé a mi primer paciente. Los nazis, la guerra, me
llevaron a Argentina, pero soy vienesa. Les hablé –continúa diciendo- de la
seriedad y pertinencia del grupo uruguayo, así conseguí su reconocimiento, y me
sentí latinoamericana, capaz de hacer que nos reconocieran, que olvidaran sus
prejuicios”[ii]
Marie Langer tenía muy presente el recuerdo de cuando en el
instituto de Viena le prohibieron la militancia mientras estuviera en análisis
didáctico, y como por una aparente protección había que trabajar con los
pacientes para que si estaban en análisis dejaran de lado su trabajo político,
y esta historia comenzaba a repetirse en el mundo y en la Argentina. En 1969, con la carga de los movimientos
mundiales del 68 y el peso del Cordobazo
en la experiencia argentina, durante el Congreso de la Asociación Internacional
de Psicoanálisis en la Roma de las escisiones, se comenzó a discutir y a
interpretar a la juventud inconforme y combativa desde una perspectiva
libidinal y como un enfrentamiento generacional edipico, tal y como ocurrió en
Viena. Sin embargo, dentro del congreso,
se promovió la creación de un grupo paralelo internacional para que discutiera
desde otra perspectiva el problema. En este paracongreso que se realizaba no en
el Hilton de Roma, sino en una cervecería cercana, con muchos asistentes de
todas partes del mundo -por los debates por
supuesto -, surgió una verdadera
plataforma que aludía a los problemas
del costo del análisis, de la formación del analista, la alienación
institucional, el adaptacionismo en la práctica, etc., es decir, se planteaba en su plataforma,
la transformación de la política del psicoanálisis y las modalidades limitantes
de formación de los terapeutas. De ahí
el nombre de grupo plataforma que en
lo internacional era conducido por Bertold Rotschild y en las secciones
nacionales como la argentina, por Armando Bauleo, Hernán Keselman y luego Marie Langer, Ignacio Maldonado, entre
otros.
De manera simultánea, ya en la Argentina, en un movimiento
estrictamente surgido de la propia APA, se constituye el grupo Documento, con una premisa similar a la
de plataforma respecto al trabajo
analítico y a la formación y análisis didáctico. La discusión estaba ya sobre
la mesa de APA. Los dos grupos se fortalecieron al estar compuestos con
miembros en común. Mimi decía que en documento estaba “la oficialidad joven”
de APA con gran experiencia política reciente, y en Plataforma,
“los viejos, pero comprometidos jerarcas”. Esa experiencia fresca de los de Documento se hizo patente más tarde,
cuando los psicoanalistas trabajaron con la Federación de Psiquiatras Argentinos
(FAP). Decía Mimi con gracia e ironía, que de ellos había aprendido muchas cosas, para
empezar, el concepto de “moción de orden”.
¿Y porque Plataforma y Documento no se unieron en APA? Porque Plataforma tenía el voto para incidir,
mientras que los de documento no lo
tenían, ellos eran adherentes del instituto, con derecho a voz, pero sin voto,
y nada más que por eso. (En www.marielanger.com pueden leerse las
proclamas de ambas organizaciones)
Siguiendo
con la línea trazada desde 1969, en el Congreso de la Asociación
Internacional reunido en Viena en 1971,
su ciudad natal, pronunció una conferencia titulada "Psicoanálisis y/o revolución”,
en la cual llamaba a una transformación radical de la sociedad y de la forma de
concebir la práctica analítica: “Esta vez -dijo-, no renunciaremos ni a Freud
ni a Marx". Hanna Segal, le recriminó, y la dirección de la IPA se negó a
publicar su conferencia “por razones de espacio”. Así llegó el punto final con la Asociación Internacional.
Renunció entonces a la APA, junto con treinta didactas y veinte alumnos en
formación del grupo Documento.
Pese a todo, Mimi
decía que la ruptura no tuvo fecha
precisa, fue el tiempo de las publicaciones de ambos grupos críticos en APA, de
reuniones, de congresos, del congreso de Viena,
y fue el tiempo del trabajo en conjunto, primero, con la FAP de Mauricio
Goldenberg y luego con la de Emilio Rodrigué.
Se crea la Coordinadora de los Trabajadores de Salud Mental
(TSM) y dependiendo de ella, el Centro de Docencia e Investigación (CDI), todo
con ex miembros de APA, de la FAP, candidatos y psicólogos.
Fue la puntilla para APA, y el final de la segregación de los
psicólogos al campo del psicoanálisis, del marxismo en la psicología y
psicoanálisis, y además logró la comunidad entre Psiquiatras y Psicoanalistas
sin prejuicios profesionales ni políticos. Recordemos que hasta entonces. Los
psicólogos no tenían cabida en la Asociación Psicoanalítica, ahora podían
formarse y dar docencia, además de realizar
sin sanción institucional, un trabajo político vinculado a su actividad
profesional que aunque no sin cierta
ingenuidad, sí con fuerza suficiente para despertar en la lucha por el cambio
en los métodos de formación y práctica, y hacer historia en el Psicoanálisis.
Marie Langer llegó también a ser presidenta de la FAP y
tiempo después, a raíz de los trabajos que
realizaba, especialmente referidos a la represión y presos políticos de
entonces, su seguridad y sobrevivencia en la Argentina se tornó imposible. La Alianza
Anticomunista Argentina (Triple A) la había amenazado, estaba ya en la lista, y
a raíz de una invitación de Armando Suárez promovida por su hija Ana quien para
entonces ya vivía en México tuvo que partir.
En México, país tradicionalmente solidario con el exilio,
comenzó a trabajar en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en la
formación clínica de la carrera de Psicología, fue acogida también por el
Circulo Psicoanalítico Mexicano de Armando Suárez, por la Asociación Mexicana
de Psicoterapia analítica de Grupo
(AMPAG), y por los Centros de
Integración Juvenil (CIJ), donde realizó labores plasmadas en su experiencia
Argentina. Además, en México comenzó a trabajar de manera solidaria en la
asistencia de exiliados políticos y de las víctimas de represión y mantuvo la
denuncia a la dictadura militar argentina conformando la organización de los
trabajadores de Salud Mental argentinos y latinoamericanos También trabajo en
clínica privada y en la supervisión de candidatos de diversas instituciones
formativas.
Mimi sostenía que en México se cerraron varios ciclos de su
vida: Cuando salió de Europa exiliada, su destino era México, y que por
circunstancias de visado, pasó al Uruguay y luego a la Argentina, pero el ciclo
se cerró en su exilio mexicano. Otro, se refiere a sus inicios profesionales
sobre la problemática de la mujer, que luego se extendió a lo social, al
marxismo, de ahí a la difusión y
socialización del psicoanálisis, para cerrarlo en México, dedicándose nuevamente
a la problemática de la mujer. Pero no todo se cerró en México, otros aires
comenazaron a soplar, Nicaragua y Cuba volvieron a moverla desde México, era
incansable, era comprometida, era una gran mujer.
Por el año 1981, formó con colegas mexicanos y otros argentinos
residentes en México, el Equipo Internacionalista de Salud Mental
México-Nicaragua. Este grupo, en el cual
tuve la oportunidad de participar en su etapa final, trabajó, como era de
esperarse, revolucionando los métodos de docencia, de asistencia y de
prevención en las instituciones sandinistas. El programa de “Madre Acompañante”
en hospitales infantiles, la llenaba de orgullo. Pero también se realizó
intervención con combatientes y con los habitantes aterrados y desplazados de las zonas fronterizas ante la
guerra con los “contras” así, se documentó entre otras cosas, los efectos psicológicos de
la represión política y el exilio forzado, se
trabajó también en casos donde los desplazados y combatientes eran
incapaces de llorar la pérdida de seres queridos o expresar el miedo a la
muerte en una especie de “dolor
congelado”, por lo que los síntomas se expresaban en términos psicosomáticos,
melancólicos, etc.
Como luego lo dijo en Cuba, su pretensión con los Nicas era
práctica, la teoría no iba mucho más allá de intentar convencer de la
existencia del Inconsciente, para que no se mirara al hombre más como de una
sola pieza insensible y moldeable, aceptando que somos conflictivos,
complicados y que no sirve de nada negarlo si no se analiza.
Lo de Cuba
la ilusionó mucho, todo empezó, no como se suele decir en algunas notas
publicadas irresponsablemente en las que se llega al absurdo de presentar a una
Marie Langer cuestionando a Fidel Castro o “amasando” un postre en el marco de
un “congreso sobre el suicidio”. La historia es otra y es clara. Comienza cuando
Marie Langer viaja a Cuba invitada por
“Casa de las Américas” para sustituir al gran Julio Cortázar en el grupo de
“Intelectuales por la soberanía de América Latina”. Ella decía, que no sabía porque la integraban
a ese grupo si no era intelectual, pero que un acercamiento a Cuba desde otro
lugar le parecía importante. A su regreso, en pláticas con la familia, contó su
aventura. Nuestro amigo Juan Carlos Volnocich, había logrado que Fidel se interesara
en una mujer austriaca comunista, de las brigadas internacionales en la
republica española, enemiga del anquilosamiento del psicoanálisis en Sudamérica,
e internacionalista en Nicaragua ¿se
necesitaba algo mas para interesarse por esta mujer?.
Fue en el evento
de “recepción” de los intelectuales donde conoció y conversó con Fidel Castro
sobre la necesidad de ampliar el panorama de la psicología en la Isla. Fidel le
preguntó sobre su historia, le dijo que conocía a Freud porque había leído sus
obras, y que le interesaba un encuentro de psicoanalistas -de su carácter y
trayectoria-, con los psicólogos cubanos para conocer su práctica en
Latinoamérica, y así, Fidel se comprometió en el momento, y giró instrucciones
para su realización. El propio Juan Carlos fue testigo de eta conversación. Poco tiempo después, la Universidad de la
Habana y la Sociedad de Psicólogos de Cuba emitían la convocatoria. Es verdad que luego Fidel le preguntó si
conocía de cocina y que si sabía hacer el “Apfelstrudel”, a lo que Mimi asintió
y dio la receta, donde insistía, como lo decía su mamá, que el proceso de la
masa era fundamental, haciendo que al estirarla se pudiera leer a trasluz “una
carta de amor”. A partir de ahí, el
enlace y “faraute” para los psicoanalistas en la realización del primer
encuentro de Psicología Marxista y Psicoanálisis quedó en manos de Juan Carlos
Volnovich, y con Marie Langer de presidenta del Comité internacional
organizador, al cual también nosotros nos integramos junto con Armando Suárez, Guillermo
Delahanty, Enrigue Guinsberg, Armando Bauleo, Pedro Grozt, y Ursula Hausser
entre otros. Fueron seis los encuentros realizados en Cuba sobre el tema,
cambiándose de nombre cada dos años “Psicoanalistas y psicólogos marxistas” “Psicólogos
de orientación marxista y psicoanalistas”, “Psicología cubana y psicoanalistas
marxistas”, etc. Mimi solo pudo asistir
al primer encuentro en 1986 donde el diálogo fue difícil pero posible, ya que
se habló de los prejuicios que se tenía desde la psicología soviética al psicoanálisis,
de la experiencia en la práctica latinoamericana del psicoanálisis “critico”
como le llamaron algunos cubanos. No hubo mucho más en esa ocasión, las
ponencias fueron muy prácticas y nada teóricas, eso ayudó al acercamiento, pero
para Mimi había sido todo un éxito y una esperanza, por lo menos a los cubanos
les había interesado “la psicología de la vida cotidiana” y como dijo de su
viaje a la Unión Soviética en 1971, ayudó a que el concepto del psicoanálisis
en los países socialistas abandonara la era del feudalismo y que por lo menos en
Cuba lo leyeran desde al capitalismo de Freud si así lo querían ver, pero
registrando la praxis revolucionaria latinoamericana.
Marie Langer
fue una figura prominente del psicoanálisis latinoamericano, una mujer comprometida
con las tres corrientes del pensamiento del siglo XX: Freud, Marx y el
feminismo. Su vida fue una lucha constante contra la injusticia social, el
fascismo y la estática del psicoanálisis ortodoxo, pero sin perder nunca sus
cualidades como clínica.
Marie Langer
fue una gran mujer, una gran luchadora social, una intelectual de su tiempo,
que además supo amar intensamente a su familia, a su marido, a sus hijos y
nietos, infinitamente cariñosa, en fin, debo decirlo, una gran suegra también.
No puedo terminar sin comentar la anécdota que para mi dio cuenta real de lo
que era Mimi: Verónica y yo teníamos varios años viviendo en pareja, (por
cierto Madre e hija cuando se saludaban, maullaban entre ellas y se lanzaban
zarpazos, todo un espectáculo para los externos) pero cuando decidimos tener
hijos, pensamos en casarnos formalmente, y cuando se lo comentamos a Mimi, ella
hizo una mueca y nos dijo dos cosas: “chicos pero para que hacen eso, si así
están bien, para que complicarse”, y
también nos dijo: “por favor, a mi nieto no le vayan a llamar Jorge
porque para mí sería imposible decirle Jorgito”.
Mimi,
siempre te llevaremos en nuestro corazón
Muchas
gracias
Ciudad
de México 14 de diciembre de 2009
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