jueves, 13 de julio de 2023

 

AUTOBIOGRAFIA MARIE LANGER (1)

 

Ad. I y II

Nací en 1910 en Viena, cuando ésta todavía era la capital del Imperio Austro-Húngaro. Cursé ahí todos mis estudios y me recibí en 1935 de médica. Ya antes había empezado mi análisis didáctico con Richard Sterba y mi formación en la Wiener Vereinigung (Instituto de Psicoanálisis de Viena).

Ya terminado mi análisis, en 1936, interrumpí mi carrera, para ir, junto con mi marido, el cirujano Máximo Langer, a España, en donde había estallado la guerra civil. Entramos como médicos a las Brigadas Internacionales. Salimos de España en los últimos días del año 1937. Por causas políticas ya no pudimos volver a Austria. El Anschluss nos sorprendió en Checoslovaquia.

 Emigramos al Uruguay y, en el 1942, a la Argentina. Justo cuando llegamos a Buenos Aires, cinco psicoanalistas estaban formando la asociación. Me invitaron a participar. Fui así miembro fundador de APA (Asociación Psicoanalítica Argentina), como años más tarde de la Asociación de Psicología y Psicoterapia de Grupo. En ambas organizaciones desempeñé diferentes funciones y cargos, inclusive la presidencia.

Fui, durante los 29 años que pertenecí a APA, analista didáctica. En el Congreso Psicoanalítico Internacional, Roma 1969, época de dictadura militar en la Argentina, me afilié, junto con otros colegas a Plataforma Internacional, organización que se proponía cuestionar desde adentro la ideología de la formación y de la práctica psicoanalítica de la International Psychoanalytical  Association y de las sociedades dependientes de ella. Un tiempo después, entramos un grupo numeroso de analistas a FAP, la Federación Argentina de Psiquiatras. Esta agrupaba a los psiquiatras más progresistas y trabajaba en 3 niveles: el gremial, el científico y el político. Nuestra pertenencia y actividad en Plataforma y FAP provocó a la larga conflictos con APA que nos llevaron, junto con otro grupo afín, llamado Documento, en 1971, después del Congreso Psicoanalítico Internacional de Viena, a renunciar a la Asociación Psicoanalítica Argentina e Internacional. En el Congreso presenté un trabajo, muy comentado en ese momento, bajo el título de “Psicoanálisis y/o Revolución Social”. Más adelante describiré la labor que desarrollamos en FAP, después de nuestra salida de APA.

En ese mismo año regresé al hospital. En 1973 se dio una importante apertura democrática en la Argentina y en 1974 fui nombrada profesor asociado de Psicología Médica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires. En junio de 1974 fui invitada a México por el Dr. Armando Suárez, fundador del Círculo Psicoanalítico Mexicano a participar en una serie de conferencias y una mesa redonda sobre el tema “Locura y Sociedad”. Estuvimos Armando Suárez, Franco Basaglia, Igor Caruso, Thomas Szasz, Eliseo Verón y yo. En esta oportunidad me vinculé con colegas mexicanos que compartían mis ideas, sin saber todavía que, meses más tarde, las circunstancias políticas de la Argentina me obligarían a una nueva emigración.

Desde octubre de 1974 vivo en México. Trabajo como maestra en Estudios Superiores de Psicología Clínica en la Universidad Autónoma y como asesora y supervisora clínica en los Centros de Integración Juvenil, organización que se dedica a la asistencia de jóvenes drogadictos y la prevención primaria. También me dedico, como siempre al psicoanálisis.

Enviudé en 1965. Tengo 4 hijos y 9 nietos. Siempre me preocupó la situación de la mujer en la sociedad y el papel secundario que se le atribuye. Querría entender y captarla en sus funciones y diferencias con el hombre. Durante mi labor de psicoanalista empecé a interesarme en el problema de la esterilidad psicógena. Ocurrió esto, porque entre los primeros casos que traté hubo casualmente dos mujeres, estériles durante muchos años de matrimonio, que se embarazaron durante y gracias al tratamiento analítico. Empecé a investigar, a reflexionar y a escribir.

Publiqué “Maternidad y Sexo”, libro editado por primera vez en 1951, actualmente en su cuarta edición. En estos momentos se está preparando su publicación en italiano. —En este libro muestro y ejemplifico con material clínico, basándome en la teoría de Melanie Klein sobre las ansiedades tempranas, el complejo de castración femenino y las fantasías inconscientes que resultan de estos temores en interacción con determinadas situaciones traumáticas reales, como se producen los diferentes trastornos psicosomáticos de la vida procreativa femenina. Demuestro también como esta problemática, siguiendo el esquema de Enrique Pichon Riviere de área uno, área dos, área tres (mente, cuerpo y sociedad) pueden llevar a las mujeres a expresar sus conflictos de manera meramente psicológica, somática o en sus vínculos sociales. Posteriormente, en 1971, en un libro compilado por mí (Cuestionamos 2, Gránica Editor, Buenos Aires) actualizo mis ideas sobre la Psicología femenina como resultante de la condición anatómica de la mujer por un lado —condición que parecía inmutable y cambió radicalmente desde que anticonceptivos seguros le permiten placer sexual sin consecuencias— y su situación social por el otro.

Fui panelista en las Naciones Unidas, el 7 de marzo de 1975, en Nueva York durante el Año Internacional de la Mujer y coordinadora de una mesa del Primer Simposio Mexicano-Centroamericano de Investigación sobre la Mujer (México, noviembre de 1977). Actualmente coordino un seminario, en el cual seguimos investigando cómo los factores anatómicos y sociales determinan la psicología de la mujer, pero también como interpretaciones y metas terapéuticas pueden estar influidas por ideología sexista y de clase.

Mi interés por los procesos psicosomáticos, despertado por investigar los trastornos femeninos, pero también por la convicción de la importancia de la contratransferencia —tema muy privilegiado en APA, especialmente desde los estudios fundamentales de H. Racker al respecto— me llevó en una época a dedicarme a la investigación de la psicología del enfermo grave. De ahí llegamos, Leo Luchina y yo, a preocuparnos por la problemática vocacional y contratransferencial del médico especializado en la atención de enfermos incurables. Publicamos nuestro trabajo bajo el título de Psicología y Cáncer. En esta misma época coordiné un grupo Balint. En este tipo de grupo el coordinador discute con médicos clínicos tanto la psicodinamia y el manejo psicológico de sus pacientes, como las ansiedades y otros sentimientos que estos enfermos le provocan. Tomar consciencia del stress, bajo el cual suele trabajar, lo disminuye, le ayuda en su tarea difícil y en el mantenimiento de su salud mental (se sabe del alto porcentaje del infarto, enfermedad provocada por el stress, en los médicos).

El carácter económicamente elitista del psicoanálisis siempre me había preocupado. Por eso entré entusiastamente con otros colegas —éramos once los fundadores de la institución y del Instituto correspondiente— a la psicoterapia de grupo. Era la oportunidad de hacer el análisis accesible para los no pudientes. En 1957 León Grinberg, Emilio Rodrigué y yo publicamos el primer libro sobre psicoterapia grupal en español (Psicoterapia del Grupo, su enfoque psicoanalítico. Editorial PAIDOS). Este texto, traducido también al portugués está ahora en su cuarta edición. Sosteníamos la tesis del “grupo como un todo” la utilidad de interpretar consecuentemente desde un marco referencial kleiniano. —Los miembros de la Asociación Argentina de Psicología y Psicoterapia de Grupo introdujimos el psicoanálisis, modificado como técnica grupal en las instituciones sanitarias y hospitalarias, logrando así la satisfacción de un viejo deseo—. 

Cuando muchos años después regresé al hospital, modifiqué bastante mi técnica. Tenía más consciencia de las necesidades inmediatas del paciente hospitalario que muchas veces exige logros más rápidos, aunque más superficiales. Esto implica, en lugar de tratar siempre “al grupo” estar dispuesto también a interpretaciones más personales, como también a otro manejo del tiempo evitando regresiones profundas. Y, junto con hacer consciente al enfermo su problemática estrictamente psicológica e individual intento ahora, ubicarla también en su contexto social. Más adelante llevé lo aprendido en el hospital también en mi consultorio privado —toda esta experiencia me sirve ahora en mi tarea de supervisora de los Centros de Integración Juvenil, como también con los alumnos de la Asociación Mexicana de Psicoterapia Analítica de Grupo.

En nuestra época “política”, 1971-1974 (este último año es el de mi salida algo forzosa de la Argentina) me dediqué, como muchos otros compañeros a retomar y profundizar los vínculos existentes entre marxismo y psicoanálisis. En ese entonces dirigía la “Colección Izquierda Freudiana” de una editorial de Buenos Aires (Gránica Editor). Fue también Gránica, quien nos editó dos libros, compilados por mí —Cuestionamos y Cuestionamos 2— en cuyos textos intentamos, los miembros de Plataforma, cuestionar y analizar las ideologizaciones que había sufrido el psicoanálisis institucionalizado.

En 1973 trabajé, junto con otros compañeros, en la comisión organizadora del C.D.I. (Centro de Docencia e Investigación). Este estaba subordinado a la Coordinadora, que a su vez coordinaba las actividades de la FAP y de la Asociación de Psicólogos y de la Asociación de Psicopedagogos. Haber logrado esta confluencia significaba un progreso muy importante para nosotros. En ese entonces los psiquiatras marxistas ya no discriminaban a los psicoanalistas, tildando su ciencia de “idealista”, ni los psiquiatras más tradicionales a los psicólogos, tratándolos como colegas de nivel inferior. Todos nos considerábamos T.S.M., es decir trabajadores de salud mental. En el C.D.I. enseñábamos, al fin, psicoanálisis no elitista, sin pedir a los alumnos agremiados mas que una cuota ínfima, para cubrir los gastos. Pero los filósofos que dictaban materialismo dialéctico e histórico —pensamos que un psicoterapeuta necesita de estos conocimientos— eran pagos, ya que un filósofo en la Argentina suele ser pobre. En esta época, en la cual pertenecía a la directiva de la FAP, tuve la oportunidad de visitar regularmente diferentes instituciones psiquiátricas del interior del país. Posteriormente, ya desde México, en viajes periódicos de trabajo a Europa he estado también en contacto con este tipo de instituciones, adquiriendo experiencia con su problemática institucional. En Suiza me han pedido varias veces coordinar grupos operativos de equipos de psiquiatría.

Para terminar con esta parte del cuestionario, resumo mis actividades en la Argentina: era, durante muchos años analista didáctica de la APA y profesora del Instituto de Psicoanálisis. Cuando había oportunidad, trabajaba en hospitales. Tenía puestos directivos en diferentes asociaciones científicas. Escribía. Siempre ejercía el psicoanálisis en mi consultorio privado. Más de 20 años atrás, vinieron muchos de los pioneros del psicoanálisis mexicano a formarse en la Argentina. En esta época he sido una de sus maestras.

Ad.III. 1 y 2: El psicoanálisis me interesa mucho. Pero combato su elitismo y la ideología que le imprimen sus instituciones. Nunca creí que fuera un instrumento para cambiar el mundo. Nunca creí que fuera un instrumento para cambiar el mundo. Pero sirve, sin duda, para entender profundamente al ser humano. Como terapia mejora o cura al paciente y le ayuda, de todos modos, a manejarse mejor. Debiera conducirlo también a comprender el contexto social, en el cual está inserto y llevarlo a una adaptación activa, aloplástica. Además, como ya recalcó Freud, puede ser un factor importante en prevención primaria de salud mental. Por todo eso me duele que el psicoanálisis no fuera aceptado en los países socialistas, pero también, problema mucho menor que las feministas estén en guerra contra Freud. Lo primero me lleva a colaborar con todos que intentan, aunque con modificaciones técnicas, hacerlo accesible a las masas no pudientes. Por eso también me da placer, trabajar en los CIJ y colaborar con AMPAG. Los estudios sobre marxismo y psicoanálisis obviamente eran dedicados por un lado a ganar a la izquierda y por el otro a mostrar a los analistas que un análisis que prescinde del contexto social, no basta para comprender al hombre. También, un poco ingenuamente, estaban pensados para preparar su futura aceptación en los países socialistas. Con respecto a los diferentes movimientos feministas; son expresión y resultado pero en algo también motor del cambio profundo y justo que en nuestro siglo ha tenido el papel de la mujer. Quisiera que los movimientos feministas puedan utilizar el instrumento del psicoanálisis para acelerar este cambio. Pero justo en el terreno de la psicología femenina Freud sucumbió a la ideología de su época. Hay que recurrir a autores posteriores e investigar por cuenta propia, para entender psicoanalíticamente la problemática de la mujer actual y para ayudarle en su cambio. Igualdad de educación para varón y mujer. Libertad, con responsabilidad, sin la sobreprotección que los psicoanalistas suelen dar a sus hijos. Bajo ninguna circunstancia castigos corporales.

Ad.IV.1.- Los psicólogos con los cuales tengo contacto, sea en la Universidad, sea en otras organizaciones, suelen ser bien dispuestos hacia su tarea, con inquietudes vocacionales. Su formación es muy diversa. La licenciatura en psicología de la UNAM (Universidad Nacional Autónoma de México) está principalmente centrada en el conductismo. En la maestría y el doctorado de psicología clínica —donde yo enseño— el marco referencial es psicoanalítico. La formación es buena, pero muchas veces les falta a los alumnos experiencia vital. Los grupos terapéuticos-didácticos que fueron hechos con los estudiantes de maestría y doctorado en los últimos dos años, en un plan piloto, dieron según mi experiencia —coordiné uno y supervisé dos— muy buenos resultados. Pero todavía no están incluidos definitivamente en el plan de estudio. Los psicólogos, con los cuales trato en los Centros de Integración Juvenil tienen allá la oportunidad de un buen aprendizaje teórico-práctico. Lo mismo ocurre en el AMPAG, donde la Clínica ofrece al terapeuta el contacto con pacientes de otra clase social. Creo que fue importante el aporte de los psicólogos argentinos y uruguayos que, debido a las condiciones políticas en sus propios países, llegaron en los últimos años a México. Trajeron su experiencia de trabajo de marco referencial psicoanalítico en hospitales y otros centros de salud junto con técnicas de terapia de grupo, de pareja y familia. Generalmente el enfoque ideológico es distinto del norteamericano que hasta entonces prevalecía.

 

Ad.IV.2 Hay muchas facultades de psicología en México. El número de estudiantes está en aumento constante. Veo un buen porvenir para mi especialidad, es decir, para la psicología clínica. Pero quiero prevenir contra una enseñanza de psicología que se base principalmente en el conductismo norteamericano. Lo que ya allá puede ser dañino —el concepto y la meta de adaptación del niño y adulto al sistema vigente— en un país en desarrollo, como lo es México, desde ya debiera ser sustituido por un enfoque que tiende a la adaptación activa (Pichon Riviere) que desarrolla toda la capacidad creativa del hombre y lo estimula y capacita a modificar su ambiente.

Marie Langer



(1) Esta autobiografía corresponde al llenado de un cuestionario que el editor estadounidense Philip L. Emmite solicita a Marie Langer para la posible publicación de un libro relativo a la Psicología en México. En la solicitud se pedía:

 I.- Un resumen autobiográfico.

 II.- Un resumen de su trabajo.

III.-Reflexiones sobre su trabajo;: 

a) Principios filosóficos y visión del mundo, b) preguntas que se hacen en sus teorizaciones, c) Su filosofía de la educación.

IV.- Reflexiones sobre el futuro de la psicología en México:

 a) El estado o condición de la psicología en México y b) El porvenir de la psicología en México.

Desconocemos si ese libro fue publicado. Lamentablemente en el documento original falta una página aparentemente vinculada a algún fragmento de la respuesta del tema III. (Nota de JLGF)


 

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